No lo sé. No estoy
segura. No lo tengo claro.
Las relaciones por
ejemplo, las diferentes personas que se van cruzando por una vida... la tuya,
la del vecino, la mía...
Imaginemos la visión de
una persona cualquiera o de nosotros mismos, desde muy a lo alto, desde un
ángulo que permita observar la existencia en su conjunto... Desde dónde podamos
ver la relación entre las partes del todo, sus posibles causas, sus inevitables
consecuencias, en qué momento ocurren y sobretodo para qué ocurren, con qué
finalidad.
Está claro que cada
experiencia aporta algo, en mayor o menor calidad y cantidad. Está claro
también que cada vivencia nos moldea, nos cambia y nos enriquece, más que nada
porque nos hace conscientes (al mirarlo) de qué nos llevó a vivirla, a
permitirla, a aguantarla, a mantenerla, a romperla, a olvidarla, o a no
disfrutarla, valorarla poco o demasiado ... Creo que es importante mirar al pasado desde esta
perspectiva un poco elevada de nosotros mismos, como llevando la vista hacia el
ayer y volviéndola hacia el ahora, sabiendo qué parte de nosotros corresponde a
cada lugar. Igual que creo que es de vital importancia el ver hacia dentro
siempre que sea posible, teniendo en cuenta que esta posibilidad depende de
nosotros mismos. Pero éste ya es otro tema.
Lo que sí sé, lo que
sí tengo claro y de lo que sí estoy segura es que existen "las relaciones" y "la
relación" (para mí en ese orden y para algunos a la inversa -ese también es otro
tema-).
- Las relaciones: con fecha de caducidad, las que ocurren para llenar vacíos, por cierta comodidad y posiblemente para aprender una lección importante relacionada con alguna carencia personal. Normalmente acontecen en momentos en los que parece mejor tapar que mirar, evadirse que afrontar. Momentos en los que uno se deja llevar por una ilusión, por un ideal, por un deseo…que se confunde con la realidad y que tarde o temprano se desvanece, por suerte…
- Y la relación: la que no se busca, la que no te empeñas en que funcione, la que te hace sentir cómodo, la que te completa, de la que aprendes sobretodo a querer mejor, a ser mejor persona, en la que miras y afrontas de una manera natural porque eres tú mismo. En ella aceptas al otro, disfrutas con su autenticidad, no pretendes cambiarlo. Esta aceptación junto con el compartir y el conocerse ayuda a superar las propias limitaciones, en su mayoría hijas del miedo.
Y quizás ahí está la clave: -si aprendemos y si lo que nos ocurre es por
algo- en las relaciones ocurre para llegar a conocer su verdadero significado y
vivirlas en plenitud.
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